Desasosiego: un recordar perpetuo y un esperar constante que te roban la calma de pisar la tierra firme y segura del ahora.
¿Tienes ahora esa sensación que te roba la paz, que te hace sentir intranquilo, angustiado, ansioso, asustado tal vez?
El desasosiego es la consecuencia lógica de resistirse a lo que es, de volar con la mente en el tiempo hacia delante y hacia atrás, en un constante devenir entre el recuerdo y la anticipación.
Un recordar perpetuo y un esperar constante que te roban la calma de pisar la tierra firme y segura del ahora.
Ahora bien, en toda vida hay momentos dolorosos: pérdidas, fracasos, la muerte de alguien amado, el final de una relación, hechos que hacen tambalear tu estabilidad y te sumergen en la desesperanza.
La única opción es la aceptación, es en esos momentos cuando más necesitas de la fortaleza que hay en ti, por eso es tan importante practicar la presencia en los períodos en los cuales la vida trascurre con facilidad.
Así, cuando tengas que enfrentar una experiencia difícil dispondrás del entrenamiento necesario para observar tus pensamientos, sentir tus emociones conscientemente y entrar en el lugar de la aceptación sabiendo que esto también pasará.
Negarte a aceptarlo es negarte la paz, las cosas son como son y tu renuencia a aceptarlas es lo que te mantiene atado al dolor.
Los momentos de mayor sufrimiento pueden ser la oportunidad para despertar, de una vez por todas, del sueño profundo en el cual has vivido, o pueden sumergirte en una pesadilla que se prolongue por mucho tiempo.
La diferencia está en tu nivel de consciencia, si has aprendido a observar continuamente lo que sucede en tu interior te será mas sencillo aceptar tus emociones sin juzgarlas, comprender que son adecuadas al momento que vives sin que se conviertan en tu identidad.
Siéntelas plenamente, no las rechaces, no luches contra ellas, déjalas fluir libremente sin huirles.
No evadas el dolor pero tampoco lo alimentes, no acalles la tristeza pero tampoco te aferres a ella, no te identifiques con lo que sientes ni lo conviertas en un pretexto para compadecerte de ti mismo o para generar compasión en los demás.
Permite que tus emociones se expresen y préstales tu total atención, si te resistes a ellas se quedaran agazapadas en tu interior esperando un mejor momento para atormentarte.
El dolor reprimido, los hechos no aceptados, el resentimiento, la culpa, el rencor, los remordimientos, todas esas emociones que experimentas sin consciencia son la raíz de tu desasosiego presente.
Tampoco lo evites, préstale tu atención plena, concéntrate en la sensación que produce, siéntelo con todo tu cuerpo, obsérvalo sin temor, déjalo ser y acéptalo, veras como poco a poco se va disolviendo a la luz de tu conciencia y desaparece.