Esta guía para reflexionar es una ayuda opcional para que lo leído en el Palabrario no se quede simplemente en conceptos sino que puedas integrarlo a tu conciencia.
Todos somos al mismo tiempo alumnos y maestros, en ti están todas las preguntas y también las respuestas, la verdad ya se encuentra en ti y espera una oportunidad para expresarse.
Estas palabras, que pretenden definir lo indefinible, son sólo guías, márgenes de una pagina en blanco en la que puedes escribir en el lenguaje con el cual te comunicas con tu ser.
Un idioma sin traducción, el espacio vacío entre las palabras, el silencio del cual surgen los sonidos, la ausencia de formas, de símbolos y de vocablos para expresar lo que no puede ser expresado y sin embargo puede ser comprendido.
Si deseas reflexionar sobre lo leído, cierra los ojos, concéntrate en tu respiración, en alguna sensación física por leve que sea o en algún punto de tu cuerpo y siéntelo plenamente.
Estás comenzando a habitar en ti y abandonas la mente y lo externo en este momento, disfruta la experiencia, siente como la vida fluye y se manifiesta, siente esa energía que te mantiene vivo, que ahora vibra en ti y te estremece.
¿Qué es? no respondas con el pensamiento sino con la sensación, fúndete con ella, disfruta esa intensa comunión con la vida.
Si surge alguna incomodidad dirige tu atención a ella, obsérvala sin juzgarla, sin querer cambiarla, no te preguntes qué es, siéntela en tu cuerpo, no le huyas.
Evita la tentación de ponerle un nombre, el que sea: dolor, tristeza, angustia, desasosiego, temor, no caigas en ello.
Se sólo el testigo de lo que tu cuerpo siente
Si esa emoción se manifiesta como opresión, disgusto, deseos de llorar o de suspirar, no te reprimas, notarás que no hay dolor físico, sólo una intensa sensación de incomodidad que poco a poco cederá cuando puedas verla y sentirla sin identificarte con ella.
No temas, ahora eres consciente de su presencia y sólo esa conciencia bastará para disolverla, si le huyes, la suprimes o te resistes se agazapará de nuevo dentro de ti y esperará un momento de inconsciencia para hacer que te identifiques con ella pues solo así podrá controlarte.
Ahora te has convertido en el observador
Presta atención a los pensamientos, no los juzgues ni los rechaces, sólo obsérvalos, es divertido ver como uno lleva a otro y a otro más, pregunta: ¿Cuál es el próximo pensamiento? mantente alerta para atraparlo con tu atención, observa lo que sucede.
Disfruta el papel de observador, recorre cada centímetro de tu cuerpo, cada espacio de tu mente, como si vieras una película, con curiosidad, sin identificarte, como si no fueras lo observado.
Poco a poco sentirás el poder de tu presencia, todo tu cuerpo sonríe y vibra, tu ser se prepara para recibir una respuesta en el silencio.
Ahora, no asumas que ya sabes la respuesta, sigue observando tu cuerpo y sus sensaciones, tu mente y sus pensamientos, no te desconectes de tu cuerpo ni permitas que la mente vaya hacia fuera.
Mantente arraigado dentro de ti.
Tal vez creas que no hay respuesta porque no la escuchas de la forma acostumbrada pero está ahí, ha sido recibida y el mensaje comprendido, cuando regreses a tu estado normal de percepción ya no serás el mismo.
Algo nuevo comenzará a surgir en ti y lo veras manifestarse en tu actitud, en tu mirada, en tu manera de relacionarte con el mundo.
Te darás cuenta de que comienzas a practicar la auto observación y asumes cada vez con más frecuencia el papel de testigo de tus pensamientos, emociones y reacciones.
Dejas de vivir afuera de ti y encuentras un lugar de reposo en el cual nada puede perturbarte.
La sagrada conciencia del aquí y del ahora que te protege del sufrimiento.
Te afirmas en el único momento y en el único lugar verdaderos, donde no existe pasado ni futuro, donde los deseos y expectativas, la culpa y el rencor, la insatisfacción y la resistencia se disuelven en la luz de tu presencia.
Has encontrado tu hogar, allí puedes permitirte ser como eres, te observas y aceptas lo observado, observas también el mundo sin pretender cambiarlo, comienzas a ir y venir de adentro hacia fuera, de afuera hacia adentro…
Pero ya has conocido el paraíso, has pisado por unos instantes el cielo y querrás volver a él cada vez con mayor frecuencia pues lo que allí has encontrado no te lo puede dar nada ni nadie afuera de ti.
Este ejercicio es el mismo siempre, habrá momentos en los cuales no hay necesidad de preguntas, la reflexión viene de ti, no necesitas de técnicas de meditación, respiración o visualización.
Sólo estar presente para observarte y dejar de actuar, pensar y sentir sin consciencia.
Vas a entrenarte para afirmarte en el ahora con una sola práctica, una técnica única y un solo objetivo: elevar tu nivel de conciencia y acceder así al poder de la presencia, ¡vas a despertar!
Diana.
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